Esta historia narra el escalofriante suceso de Karla, quien vivió hace años en un pueblo de Guadalajara.
Esta mujer
tenía a su esposo y varios hijos; su esposo trabajaba y regresaba muy tarde,
sus hijos todos eran adultos y ya no vivían más con ella, así que la mayor
parte del tiempo lo pasaba sola en su casa.
El pueblo
donde vivía, era muy tranquilo, lo que le permitía esperar todas las noches afuera
de su casa la llegada de su esposo; sin importar lo tarde que fuera.
Un día,
mientras ella esperaba a su esposo; con la calle completamente sola, de pronto
vio una silueta dar vuelta en la esquina de la calle. Ella, con tranquilidad,
observo como esa silueta se acercaba; cuando estaba a solo unos metros de
distancia, se percató de que era una señora quien se le acercaba. Cuando por
fin llego hasta donde ella se encontraba, la saludo y comenzó a platicar. Después
de un rato de platica, la señora quien a mitad de la noche se le había acercado
para iniciar una plática corta y apresurada, saco de una bolsa que llevaba, una
calabaza y le pidió que se la guardara; que al otro día iría a recogerla, ya
que no tenía tiempo de llevarla hasta su casa, y necesitaba ir a otro lado.
Karla,
de forma amable, acepto cuidar la calabaza, la tomo y la introdujo en su casa, colocándola
sobre la mesa. Al regresar a la calle, la señora que se le acerco ya no estaba…
y ella decidió continuar con su espera.
Cuando
por fin regreso su esposo ese día, al entrar se llevaron una horrible sorpresa…
la calabaza que había dejado sobre la mesa, ya no era más una calabaza, se había
convertido en un cráneo. Después de escalofriante suceso, decidió acudir con el
cura de aquel pueblo donde vivía; el cual después de escuchar tan escalofriante
historia, le dijo lo siguiente: “mañana cuando esperes a tu esposo en la calle,
por ningún motivo lo hagas estando sola; deberás de llevar en tus brazos a un
bebe, y cuando la señora regrese por su calabaza y te la pida, deberás
indicarle que se encuentra en la mesa y que puede pasar por ella, por nada del
mundo deberás soltar al bebe y entrar tu por la calabaza”.
Al día
siguiente, Karla espero en la forma que el cura le había indicado. Ya entrada
la noche, observaba como aquella extraña señora se le acercaba de nueva cuenta.
Con un miedo paralizante, espero hasta que la señora se le acercara; la saludo
e inmediatamente le pidió su calabaza. Karla, con gran temor, le indico que se
encontraba en la mesa y podía pasar por ella; la señora se negaba a entrar y le
insistía en que ella se la entregara, después de unos minutos de insistencia,
al no lograr su objetivo, la señora cambio la voz y de forma escalofriante le
dijo: “yo soy una de las almas benditas del purgatorio, y estamos cansadas de
estar rodeando la calle cuando estamos en camino hacia el panteón, porque que
tu estas a aquí afuera todas las noches, tu no nos debes de ver, y por eso
tenemos que rodear la calle y ya estamos cansadas, así que esta es tu ultima
oportunidad, me llevare mi cráneo pero si te volvemos a ver afuera, te
llevaremos con nosotras…”
Después
de ese día, Karla decidió no esperar más en la calle la llegada de su esposo. Y
ahora, las almas benditas del purgatorio pueden realizar su recorrido por las
noches, y desde entonces la calle donde vivía permanece completamente sola por
las noches por el temor de encontrarse a esa animas benditas y ser llevados por
ellas.
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